Texto
Roger Dickinson
Inglaterra

Ilustración
// The Chase //
Manuel Cabrera
México

Illu_TheChase

// Dominando el torrente de la información: hacia la personalización de las noticias //

Hasta hace muy poco, lo más normal era descubrir lo que ocurría en el mundo a través de la prensa diaria o las noticias de radio y televisión. Los medios de comunicación tradicionales podían confiar en que o bien repetiríamos a diario la compra de nuestro periódico favorito o bien esperaríamos pacientemente hasta la hora del informativo. En este sentido, las noticias eran un producto predecible y las personas estábamos dispuestas a ser leales a ciertas casas editoriales y a ciertos canales de radio y televisión. Hoy en día disponemos de una oferta de noticias proveniente de una gran variedad de fuentes y los proveedores de estas noticias tienen que dedicar grandes esfuerzos para asegurarse nuestra lealtad. Por ello se emplean a fondo en desarrollar nuevos métodos para que su producto cumpla con nuestro deseo de obtener información. La naturaleza de estos métodos, así como sus posibles implicaciones, han despertado el interés de la investigación académica.

Una manera de captar una audiencia, que cada vez está más fragmentada, es invitarnos a seleccionar nosotros mismos las noticias que queremos recibir, convirtiendo así la información sobre la actualidad en un producto hecho a medida. Dicho de otra forma, lo que obtenemos son «noticias personalizadas». La británica BBC es una de las fuentes públicas de información de actualidad que ofrece este tipo de servicios. Desde enero dispone de una función de noticias personalizadas en su sitio web llamada «BBC My News». Sin embargo, muchos investigadores creen que esto solamente es el inicio de un proceso en el que la importancia de los medios de comunicación que se dedican a la actualidad y nuestra lealtad hacia ellos va a ir perdiendo peso a medida que nuestras expectativas digitales evolucionen.

La idea de las noticias personalizadas no es nada nuevo. Hace más de veinte años, en su libro «El mundo digital» («Being Digital»), Nicholas Negroponte ya proponía la creación de lo que él llamaba el «Diario Yo»: un periódico hecho a medida por nosotros mismos para responder a nuestros intereses y satisfacer nuestras necesidades individuales. Inspirado por la idea de que internet iba a generar un flujo de información potencialmente desbordante, Negroponte estaba convencido de que los sistemas de filtros personalizados iban a ser indispensables para prevenir el exceso de información.

Actualmente, la personalización de la información ya es una realidad que puede expresarse de distintas maneras. Por un lado, el usuario puede definir sus propias preferencias –por ejemplo, seleccionando categorías temáticas en un portal de noticias para recibir avisos y únicamente obtener información novedosa sobre cosas muy concretas cuando se accede a él– y, por el otro, puede encontrarse con una determinación «implícita» de las preferencias realizada por el propio sistema. Este último proceso puede estar basado o bien en la información personal que se recopila al registrarnos en un portal de noticias o en los datos que el mismo web acumula sobre nuestro comportamiento al estar en línea: las páginas que visitamos y las noticias que leemos. Este tipo de personalización también puede estar basado en lo que se conoce como «filtrado colaborativo», donde los algoritmos de la red eligen qué noticias son las que se nos presentan como artículos recomendados. La mayoría de los sitios utilizan este tipo de filtros: ¿quién no conoce las secciones de listas con «lo más leído» o «lo más popular»? Algunos sitios también envían ciertas noticias hasta nuestras pantallas según las recomendaciones de otros usuarios en nuestras redes sociales. Así pues, las recomendaciones provienen de un lugar externo al sitio de noticias (Facebook, por ejemplo, está conectado de esta forma a los sitios de noticias).

La investigación científica sobre la personalización ha descubierto que es más habitual la personalización pasiva que la activa. Parece ser que no somos muy propensos a crear nuestro propio «Diario Yo». Resulta que nos gusta tener la posibilidad de elegir, pero aun así en muchos casos son los sitios de noticias los que personalizan para nosotros. La mayoría de personas que utilizamos portales de noticias permitimos que el sistema filtre el contenido que recibimos; ya sea de forma consciente o inconsciente. Efectivamente, en los últimos años se ha registrado un aumento del uso de este tipo de personalización pasiva en el ámbito de las noticias. Una de las razones es que ello permite a los nuevos proveedores de noticias reforzar el vínculo que establecen con nosotros: volvemos a consultarlos porque ofrecen la información que queremos de la manera que nos gusta (un factor elemental en una fase de disminución del número de lectores). Sin embargo, la personalización pasiva también ha sido adoptada con gran entusiasmo por la industria publicitaria, con su constante interés por recopilar datos sobre lo que nos interesa. El proceso brinda información sobre nosotros mismos y nuestro comportamiento; una información que facilita la identificación de los distintos segmentos del mercado. Sin duda, los sitios web usan algoritmos altamente sofisticados para reunir datos sobre el perfil de cada consumidor. Joseph Turrow, experto estadounidense en ciencias de la comunicación, decía recientemente que la publicidad cada vez está más «basada en datos que no sabemos que se están recopilando y en perfiles que no sabemos que tenemos».

El auge de la personalización de las noticias es motivo de varias preocupaciones. Los periodistas, por ejemplo, suelen tener una opinión bastante pesimista porque consideran que este desarrollo supone una amenaza para una de sus tareas profesionales clave. Tradicionalmente, una de las funciones básicas del trabajo de los periodistas ha sido dominar el flujo informativo al reportar únicamente sobre los hechos más interesantes del día. Ahora parece que el poder de decidir qué noticias son importantes o interesantes se les escapa de las manos.

Hay preocupaciones que van más allá de esto. El estadounidense Cass Sunstein, experto académico en derecho, defiende que la personalización impide que las personas estén expuestas a la gran diversidad de temas con los que habrían entrado en contacto en la era previa a internet. Frecuentemente esto evita que descubramos más información por azar cuando consumimos información de actualidad. Una personalización cada vez mayor implica que cada vez habrá menos hechos y acontecimientos que sean de «conocimiento general». Al filtrar automáticamente la información que no nos interesa o no nos importa, la personalización llevará a que sea menos probable que topemos con opiniones que se opongan a la nuestra. Quizá hasta suponga que todavía nos atrincheremos más tras nuestras convicciones políticas porque nos será más fácil obviar argumentaciones contrarias a las nuestras y aislarnos de posiciones políticas divergentes a las nuestras. A la vez que los medios de comunicación más tradicionales como los periódicos pierden fuerza, el espacio de noticias en canales de radio y televisión cada vez se ve más desplazado por la programación comercial. Las personas sin acceso al universo digital de la red cada vez estarán más apartadas de la información sobre los hechos que mueven el mundo.

En respuesta a estas preocupaciones, la atención de la comunidad científica empieza a centrarse en los ingenieros informáticos que desarrollan sistemas para proporcionarnos una experiencia cada vez más personalizada e individual al conectarnos a internet. Observando los aspectos positivos, se puede argumentar que estos sistemas podrían compensar el efecto restrictivo de la personalización usando la información reunida sobre nosotros para generar una suerte de «azar sintético» cuando consultamos las noticias. Google está a la vanguardia de estas tecnologías y actualmente trabaja en sistemas que incluyan todo lo que Google sabe de nosotros para seleccionar y mostrarnos las noticias de una forma mucho más dinámica. Los datos que Google recopila constantemente sobre nuestros patrones de búsqueda, los análisis semánticos y de «tono» del contenido de nuestros correos, nuestras publicaciones en blogs, las noticias a las que dedicamos más tiempo de lectura, los programas de televisión que miramos, las personas con las que nos reunimos y que aparecen en nuestros calendarios, nuestros viajes y horarios de trayectos, los datos de GPS recogidos por nuestros móviles que graban dónde estamos y adónde vamos, nuestro comportamiento en llamadas (quién nos llama y a quién llamamos con qué frecuencia y durante cuánto tiempo) sirven para crear perfiles cada vez más detallados sobre el tipo de persona que somos y el tipo de cosas que hacemos. Estos datos permiten a Google desarrollar lo que se conoce como «búsqueda predictiva». La función «Google Now» del servicio de búsquedas de Google utiliza nuestros datos para predecir qué es lo que queremos saber para evitarnos la molestia de tener que ir a por la información. Un buen ejemplo es la información sobre nuestros viajes habituales. Nuestro móvil «conoce» nuestro camino al trabajo y el medio de transporte que utilizamos con mayor frecuencia, así que Google nos ofrece automáticamente información actualizada sobre el trayecto del trabajo a casa (estado del tráfico, rutas alternativas) precisamente a la hora a la que solemos terminar nuestra jornada laboral. Sin duda se trata de una información más útil que la publicidad que nos persigue cuando cambiamos de una página web a otra (con una «predicción» rudimentaria de nuestro interés en comprar un producto muy concreto). El objetivo de Google es predecir qué información nos será útil para proporcionárnosla en el mismo momento en el que la necesitemos.

Google ha estado trabajando durante varios años en un servicio integrado a “Google Now” pero que opera de forma paralela. Su meta será recopilar los datos necesarios para poder ofrecernos noticias relacionadas con otra información sobre la que hayamos realizado búsquedas, que hayamos recibido o en la que hayamos invertido tiempo. El objetivo es comparar nuestra actividad con la de millones de usuarios para elaborar un perfil tan detallado que nuestra computadora, nuestra tableta o nuestro móvil serán capaces de predecir en cualquier momento en qué noticias podríamos estar interesados. Aunque esto no podrá simular el efecto que tiene ojear las páginas del periódico y detenerse para leer cualquier cosa que nos llame la atención, sin duda nos proporcionará un flujo de noticias que podrá ser de nuestro interés y que será más útil que el abrumador torrente de noticias sin filtro con el que nos topamos hoy en día.

¿Es este el futuro de las noticias? Evidentemente, existen temores frente a Google por la creciente cantidad de información que recopila y almacena sobre nosotros, con la posibilidad de venderla a empresas de publicidad. Google es una empresa de comunicación en una situación casi monopólica que ha alcanzado un trato similar al de un servicio público. Sin embargo, a diferencia de un organismo público, no tiene ningún tipo de obligación de rendir cuentas. Tiene potencial para terminar siendo una suerte de llave de paso universal capaz de filtrar toda la información que recibimos cuando utilizamos distintos servicios digitales, así que los temores están absolutamente justificados. Mientras tanto, en Silicon Valley reina el silencio sobre el profundo problema de la exclusión digital: no todo el mundo tiene los medios suficientes como para beneficiarse de las nuevas herramientas que se nos ofrecen.

La investigación científica deberá continuar realizando un detallado seguimiento de cómo evolucionan las noticias y las vías de comunicación por las que accedemos a ellas. Quizá en breve ya no tengamos que buscar las noticias de forma activa como hacíamos cuando íbamos a comprar el periódico o encendíamos la radio o el televisor. Quizá nuestros dispositivos digitales pronto puedan contarnos qué es lo que necesitamos saber incluso antes de que lo sepamos nosotros mismos.

Roger Dickinson, PhD

El Dr. Roger Dickinson es sociólogo especializado en el estudio de los medios y la comunicación. Actualmente es docente en la Universidad de Leicester (Reino Unido) y su trabajo como investigador se centra en el periodismo y el oficio periodístico. Se dedica especialmente a estudiar la producción de noticias en relación con las tecnologías digitales y las redes sociales.

Manuel Cabrera

Manuel Cabrera nació en la Ciudad de México en 1986. Ahí estudió diseño gráfico en la Universidad Iberoamericana. Actualmente trabaja como diseñador e ilustrador independiente y termina sus estudios de arquitectura.

Julio 2015
© Santacruz International Communication

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