Texto
María del Carmen Portilla Pons
México

Ilustración
// Fidelitas //
Manuel Cabrera
México

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// Y los animales… ¿a quién le importan? //

Era el ingreso de una hacienda cerca de Valle de Bravo, México. El perro se cruzó justo cuando entraba una camioneta. Primero, su cabeza golpeó con la defensa, quedó atolondrado y debajo del coche, que siguió avanzando sin darse cuenta de que la pequeña colisión había sido con un perro. El perro quedó aprisionado entre un pequeño tope en la entrada y la llanta trasera que intentaba avanzar. La camioneta finalmente frenó y no le pasó por encima, pero era obvio que se le había hecho un daño al animal que se arrastró a meterse detrás de una maceta. Obvio, era un perro sin dueño, de los miles que hay en los pueblos en México.

Yo tenía 9 años y me tocó con mucha angustia presenciar todo. Estaba de campamento en esa hacienda y el destino hizo que no hubiera ningún otro testigo presencial más que un par de trabajadores y la persona que manejaba la camioneta. Regresé un par de horas más tarde para ver si el perro seguía detrás de la maceta. Los trabajadores lo sacaban, jalándolo con una cuerda. El perro estaba en evidente dolor y llorando. Lo hacían así para que “no los fuera a morder”. Inocentemente pregunté qué le iban a hacer o si lo iban a curar, aunque en el fondo de mi corazón yo sabía que era para sacarlo de la hacienda y seguramente dejarlo morir en agonía por varios días sin la posibilidad de moverse. Aun ahora no puedo evitar tener ese sentimiento de angustia e impotencia al recordar la imagen, grabada por siempre en mi mente y sí, también en mi corazón.

Desde que tengo memoria me han gustado los animales y no puedo evitar sentir angustia y compasión ante las imágenes de algún animal sufriendo o simplemente abandonado. No sé si ese sentimiento tan especial sea genético o se va formando con experiencias de vida. Lo que sí he podido comprobar, es que está presente en gente de cualquier nivel socioeconómico y con una diversidad de niveles de educación. De hecho, las personalidades pro animal pueden tener variaciones enormes, desde la persona que recoge y le da hogar a un perrito o gato de la calle, hasta los ultra radicales que ni siquiera consumen miel por considerar que su producción representa una molestia y explotación para las abejas. Hay discusiones académicas serias respecto al tema que en muchas ocasiones polarizan en lugar de unir, pero es la historia de todo avance de la sociedad. El reto individual es mantenerse en una coherencia mental y emocional que finalmente se traduzca en ayudar y en la medida de lo posible, buscar el bienestar animal.

En un país como México, tristemente el perro o gato en la calle o en situación de desamparo es una escena cotidiana que transcurre ante la indiferencia de la gran mayoría de la gente. Las cifras siguen siendo alarmantes. Se calcula que en el país hay aproximadamente 14 millones de perros (y probablemente un número semejante de gatos) en situación de calle. Ocho de cada diez perros que nacen terminan mal en el primer año de su vida. Esa cifra prácticamente no cambia para los perros de raza. Terminar mal significa dejarlos en la azotea de la casa, amarrados toda su vida en la cochera, entregados para sacrificio en los ahora llamados centros de salud animal (que para efectos prácticos, siguen funcionando como viles perreras locales), utilizados en las ilegales y despreciables peleas de perros, o abandonados a su suerte en la calle o carreteras para que sean atropellados. Los dos puntos medulares que ocasionan este problema es la total ausencia de control legal en la venta de animales y la falta de una cultura de responsabilidad de los dueños de animales domésticos. Desafortunadamente, la mayor parte de la venta de animales en México se realiza en mercados semanales sobre ruedas (en México llamados “tianguis”) o locales carentes de toda instalación adecuada donde se vende a los perros y gatos reproducidos en patios traseros de casa, metidos toda su vida en jaulas. Ya a la venta, tienen a los animales en condiciones deplorables, engañan a la gente respecto al tipo de perro o gato, salud y edad del mismo. La segunda parte es la falta de responsabilidad de los dueños de animales domésticos donde el tema de la esterilización no es considerado importante ni como solución al problema de la sobrepoblación y abandono de camadas no deseadas. Continuamente se escuchan argumentos tontos como “que sepa lo que es ser mamá” para justificar que la perra o gata tenga una o varias camadas que finalmente no tendrán un hogar o cuando los hombres abren los ojos como platos y mentalmente se llevan las manos a sus partes nobles cuando se le sugiere castrar a su perro o gato. Hay que calmarlos y entrar en el tema complicado de que en los animales “reproducción” es distinto a la sexualidad como la entendemos los seres humanos.

Bueno, y ante este panorama ¿hay avances? Sí, poco a poco se hace el camino. Hace 25 años en México, las personas que rescataban animales y buscaban por medio de anuncios de adopción hogares responsables, recibían llamadas insultándolos por anunciar con la palabra “adopción” a los animales, y se les reprochaba que ese término sólo se podía usar para la adopción de niños. Ahora también la imagen de la gente comprometida con el tema ya no es la del individuo que acumula animales en su casa en condiciones de hacinamiento e inmundicia, sin decir de su apariencia física siempre sucia y dejando amplia duda de su cordura mental. Las autoridades también van haciendo su parte. Existe presupuesto a nivel federal que se distribuye en todos los estados de la República Mexicana para campañas de esterilización gratuita. Cada vez más estados aprueban leyes castigando el maltrato animal, incluso abordando temas más complicados como es prohibir los circos y espectáculos con animales.

El tema cada vez va tomando más atención y presencia en todo el mundo. Las redes sociales, como en todo lo que nos rodea, han sido una gran herramienta para darle presencia global al tema del respeto por los animales, mover y atender más rápidamente los casos de rescates y promoción de las adopciones y, sin duda, de gran impacto para lograr denuncias y atención de medios de comunicación de alcance masivo. Recientemente, se logró en el estado de Jalisco que se descongele y se apruebe una ley estatal de protección animal donde finalmente se tipifica el maltrato animal como un delito con pena de cárcel. Esto fue consecuencia directa del impacto que causaron las fotos en Facebook de un individuo que quemó vivos a unos cachorros y no se dio cuenta de que un vecino tomó fotos del hecho.

Estar metido de lleno en este tema lleva su dosis de desgaste emocional, económico e incluso familiar. La cantidad de casos diarios es abrumadora y el tema amplísimo. Hay mucha pasión y corazón, y en ocasiones mucho caos, pero hay que ser inteligentes y buscar la constancia y permanencia del proyecto. Es muy triste ver como este tipo de esfuerzos dependen de una o dos personas que al momento de fallecer (porque esto se hace hasta el final), se interrumpe o deja de existir. Me queda claro que no se puede salvar a todos, pero cada voluntario nuevo, cada conversación, cada rescate y final feliz, va construyendo una plataforma que se debe consolidar y permanecer en el tiempo. Hay que mantenerse enfocado y con disciplina en un tema para que el esfuerzo rinda frutos.

El gran paso en México se dará cuando las generaciones que vienen rompan el paradigma latino de tradición católica donde ayudar a los demás o la caridad es responsabilidad del Estado o de las órdenes religiosas. Es hora de que la sociedad despierte y cada quien escoja en qué puede ayudar o dedicar parte de sus recursos, no importa la causa. En mi caso, los animales seguirán siendo mi motor y afortunadamente ahora ya tengo la capacidad de hacer la diferencia para muchos perros y gatos que no tuvieron la suerte de ser atendidos y rescatados, como aquel perro atropellado a la entrada de la hacienda.

María del Carmen Portilla

María del Carmen Portilla Pons (1967) estudió Derecho en el Instituto Tecnologico Autónomo de México y las maestrías en Derecho Comercial Internacional y Europeo y en Administración de Negocios en las universidades de Leicester y Edimburgo, respectivamente, ambas en el Reino Unido. Trabajó 18 años  como abogada corporativa de empresas multinacionales. Actualmente, es directora de Pet Help, A.C., la cual fundó en 2004 en Guadalajara, Jalisco (www.adoptandounamigo.mx). Esta asociación no lucrativa se dedica al rescate, rehabilitación y adopción de perros y gatos en situación de abandono o maltrato. Mayor información: Portilla.maricarmen@gmail.com

Manuel Cabrera

Manuel Cabrera nació en la Ciudad de México en 1986. Ahí estudió diseño gráfico en la Universidad Iberoamericana. Actualmente trabaja como diseñador e ilustrador independiente y termina sus estudios de arquitectura.

Julio 2014
© Santacruz International Communication

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