TEXTO
VALERY CRISTINA ROJAS
COLOMBIA

ILUSTRACIÓN
// WAKE UP
CALL //
MANUEL CABRERA
MÉXICO

Wakeup Call

// Una perspectiva más del “Boom Latinoamericano” en Europa //

Dedicado a todas esas personas que directa o indirectamente me han enseñado algo por querer compartir el conocimiento. Así que está dedicado a la humanidad.

La cultura homogenizadora de estos tiempos se caracteriza por la tendencia a estandarizar conceptos, a crear patrones de comportamiento, a imponer ideologías, una pérdida del respeto por las diferencias y los procesos de cada individuo, familia, grupo social o nación. Esta cantidad de información que nos bombardea diariamente a través de todos nuestros sentidos va modificando nuestras percepciones y, en un afán por encajar en algo, dejamos de lado lo más importante; ser felices y potencializar lo que somos.

En mi búsqueda de nuevas perspectivas, además de los viajes, he tenido la fortuna de complementar las experiencias, con la asistencia a diferentes encuentros culturales donde he podido dialogar con diferentes artistas con diversas expresiones, tendencias y especialidades. Febrero comenzó con el Festival Internacional de Cine de Berlín y luego en España se había programado la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid.

En la multicultural Berlín, durante más de una semana, se dio paso a uno de los festivales de cine más renombrados de Europa, el Berlinale, que en su versión 65 fue denominado por su mismo director, Dieter Kosslick, como un festival que, sin lugar a dudas, iba a ser muy latinoamericano. Con más de 45 filmes provenientes de América Latina y la muestra de cine indígena NATIVE, el público internacional pudo deleitarse con todo un viaje por la región, sus bellos paisajes, sus problemáticas, las sonrisas, vitalidad, el tesón de la gente e indudablemente todas las capacidades y el talento a la hora de hacer cine en Latinoamérica.

Por su parte, la Feria de Arte Contemporáneo ARCO tuvo como invitado de honor a Colombia. Una selección de 10 galerías nacionales y 20 artistas fueron los encargados de representar al país en esta feria de arte, que tiene innegable y abiertamente una vocación comercial. Además de esto, con una inversión cercana a los 800.000 dólares, diferentes instituciones y empresas privadas, llevaron a Madrid a más de 60 artistas colombianos como parte de las exposiciones paralelas que se podían apreciar en lugares como La Casa Encendida, el Museo Reina Sofía o el Museo Nacional de Artes Decorativas.

Tener un flujo constante de artistas que, independientemente de su labor estética, estén en diálogos permanentes con nuevas perspectivas a nivel internacional, es sin lugar a dudas, positivo, así como también lo es el hecho de que en Europa esté aumentando la visibilidad de distintas expresiones artísticas de personas provenientes de América Latina. Se ha empezado a hablar desde hace ya un tiempo del “Boom Latinoamericano” en el viejo continente, fenómeno que ha sido anunciado en los medios de comunicación como si fuera el gran premio que “finalmente” hubiéramos conseguido después de mucho anhelarlo. Como si el fin último fuera una necesidad de ponernos en evidencia para lograr la aprobación del talento y trabajo que sabemos realizar, como resultado de la miopía que tenemos al observarnos a nosotros mismos.

Y es que para entrar en la lógica de la modernidad se exige una homogenización cultural a escala global, la cual muchas veces ya ni percibimos. Son ya muchas las películas, por ejemplo, que entran en la categoría de “películas de festival” que cumplen ciertas características que quieren agradar al público internacional, algo que llamaría Hans Belting, una urgencia de unirse a los llamados países “desarrollados”, que además ha favorecido la exportación de arte occidental hacia otras partes del mundo para obtener el “éxito” (1) que promete la modernización.

En este punto es de vital importancia no abandonar las temáticas locales cuando se está buscando la internacionalización y el interés de un público más amplio. Si bien es cierto que ha habido un regreso a las temáticas regionales, la exhibición se está buscando mayoritariamente afuera. Espero no ser la única a la cual también le gustaría que hubiera una distribución interna de cine en Latinoamérica de las producciones locales y que se produjera también un interés por la movilidad al interior de la región y no viendo a Europa como el único paradigma posible y legitimador de nuestros actos. Aún me sigue pareciendo increíble que en este lugar del mundo haya tenido la oportunidad de ver más películas latinoamericanas que las que he podido ver en Bogotá. Nada justifica abandonar los procesos de exploración propia frente a la sencilla apropiación y repetición de conceptos que muchas veces nos resultan tan ajenos.

Con lo anterior no pretendo decir que debe existir un aislacionismo, por supuesto que a través de las otras perspectivas crecemos, pero sí y solo sí permanecemos observándonos constantemente y nutriendo aquello que nos identifica. Como nación, es el paso del tiempo y los intercambios entre las sociedades los que crean y alimentan la identidad, que no se transforma de golpe, pero poco a poco se va modificando al contacto repetido con ciertas prácticas culturales. (2) A fuerza de ver tantas veces los códigos culturales de otras regiones, uno empieza a modificar los suyos. (…) Tal como lo afirma Octavio Getino, “es como si cada vez que uno se mirara al espejo, viera en segundo plano a otra persona. Poco a poco se empezaría a querer identificar con dicha persona”. Pasa lo mismo con el cine. A fuerza de ver tantas veces los códigos culturales de otra cultura, uno empieza a modificar los suyos, a dejar el mate o el atole por una Coca-Cola. (3)

El punto que quiero tocar es que tanto en el cine como en las artes plásticas se desarrollan encuentros que dentro de la globalidad, conllevan a la creación de paradigmas y modelos que van más allá de un discurso de lo que es “bueno y malo” para incluir y excluir bajo las operaciones del mercado y en términos de rentabilidad económica. Si se vende, funciona.

En festivales, bienales y ferias, empieza a ser más importante cuál es la película que más ha gastado en su producción o cuál es el artista plástico que más cotiza en este momento. La obra cada vez cuenta menos, como tampoco cuentan los méritos, la creatividad, el trabajo, la innovación o lo política que pueda ser la expresión artística. ¿Cómo vamos a lograr acercarnos al sentido de la obra y a la perspectiva del artista si todo lo estamos midiendo en términos monetarios? ¿Son entonces más importantes las reglas comerciales generales que las obras mismas? ¿Por qué permitir este desplazamiento de lo artístico y sus significaciones por parte de neo colonización estético-ideológica?

“No se tienen que hacer películas políticas sino hacerlas políticamente” (4)

Una de las respuestas puede estar en la forma en que se están acercando las artes al público y viceversa. Por un lado, que los artistas intenten acercarse al público y no acercarse al mercado; y por el otro, que los espectadores vayan un poco más allá de lo que venden los medios y empiecen a generar cuestionamientos y exigencias frente a las obras. Por parte de los grandes encuentros de arte, no deben faltar espacios que den lugar a la discusión y retroalimentación por parte de los espectadores sean especializados o no y, por supuesto, no olvidar que los más sonados no son necesariamente los mejores.

No podemos cerrar los ojos frente a las reglas que se han venido implementado en el mundo en torno al capital, la estética y la moda y por ello es urgente continuar con la toma de conciencia de que un verdadero sentido de modernidad conlleva a algo más que un mercado globalizado, en palabras de José Martín Barbero, “a la configuración de sociedades en las que las dinámicas de la economía y la cultura-mundo movilizan no sólo la heterogeneidad de los grupos y su readecuación a las presiones de lo global, sino también la coexistencia al interior de una misma sociedad de códigos y relatos muy diversos”.(5)

Pero no hay que desanimarnos. El proceso ya ha estado dando sus frutos. La observación y el análisis de estos asuntos han aportado fortaleza a las resistencias y reclamos de identidad contra el libre flujo de medios y mercados en la época, de lo que sería llamado hipermodernidad. Este es el antagonismo interno del arte global. (6)

Como una autoproclamada viajera apasionada, disfruto conocer diferentes personas con otras posiciones, ideas y nuevas perspectivas para mí. Cada ser que se cruza en nuestro camino representa un mundo diferente. ¿Por qué querer homogenizarnos? No podemos dejar de reconocer las otras manifestaciones de arte que no están necesariamente en los festivales, museos, ferias y bienales más reconocidos.

Es vital tener la claridad de que lo que nos generan estos encuentros son nuevas perspectivas, nuevas formas de ver el mundo, pero no por ello debemos creer que es la forma única y que debe preponderar sobre otras. Me alegro de que el trabajo de nuestros artistas esté presente en Europa, pero también exijamos verlos en nuestro país. Nunca habría podido ver tanto cine latinoamericano en Bogotá como he tenido la oportunidad de verlo acá. Está muy bien que nos seleccionen en Cannes, pero también apostémosle a ir al festival Iberoamericano de Cine de Santa Cruz, al festival de cine de Morelia o al festival de Cine de Cuenca. Todos y todas somos responsables de evitar que sea una única perspectiva la que domine las demás, ya está claro que esto sólo nos conduce a una crisis narrativa y pérdida de identidad.

«Un poquito de emoción, porque sin ángel, no hay arte.» (7)

Una de las formas que me parece que podrían servir de ejemplo para equilibrarnos entre lo externo y lo interno es la experiencia que tuvo el artista colombiano Antonio Caro en Espacio Trapézio. Una galería privada ubicada en el Mercado de San Antón que, ante la petición de la organización de ARCO de abrir el espacio al país invitado, acepta con la condición de que se presente en conjunto la obra de un artista local, una buena muestra de autonomía y de cómo se ha ampliado la necesidad de que incluso establecimientos privados cumplan una función pública de formación.

El arte comparte con viajar esa posibilidad de abrirnos a nuevos mundos y perspectivas. Podemos tener lugares que nos gusten más y otros que nos gusten menos, pero cada vez que nos desplacemos será una nueva experiencia que trae consigo nuevos aprendizajes, así como también es una aventura adentrarse en un libro, ver una película, ir a teatro, leer un grafiti, tomar fotografías, escuchar un concierto o asistir a una exposición.

Ya hemos abierto las puertas, ahora ¿qué queremos mostrar? Esta pregunta abarca el comienzo de un trabajo de reconstrucción y de recuperación sobre nuestras identidades con el reto de que seguimos y seguiremos, por otro periodo de tiempo, inmersos en la globalidad. Es primordial devolverle a la cosmovisión la fuerza inherente que posee, permitiéndole resistir ante un determinado esquema económico hegemonizante. Es tiempo de dejar de lado la competencia por obtener reconocimiento y darle lugar a algo que desde hace mucho nos ha hecho falta, la cooperación.

(1) BELTING, Hans,“Contemporary Art as Global Art. A Critical Estimate”. The Global Art World. Audiences, Markets and Museums, ed. Hatje Cantz, Ostfildern, 2009.

(2) BORDAT, Elodie. Cine e identidad : un análisis de las políticas de fomento al cine en Argentina y en M éxico en el siglo XX. (Axe VI, Symposium 26). Independencias – Dependencias – Inter- dependencias, VI Congreso CEISAL 2010, Jun 2010, Toulouse, France.

(3) IBID

(4) GODARD, Jean Luc. Tomado de “Berlinale 2015. Das politische Festival. http://www.swr.de/swr2/kultur-info/kulturgespraech/das-politische-festival/-/id=9597128/did=15060626/nid=9597128/fu5jup/index.html

(5) MARTIN-BARBERO, Jesús; Ochoa Gautier, Ana María. Políticas de multiculturalidad y desubicaciones de lo popular. En libro: Cultura, política y sociedad Perspectivas latinoamericanas. Daniel Mato. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. 2005. pp. 181-197.

(6) AUGE, Marc, An Anthropology for Contemporaneous Worlds, Stanford University Press, Stanford, 1999

(7) CARO, Antonio. Entrevista en Enclave Común · www.enclavecomun.com/caro-sin-angel-no-hay-arte/

Valery Rojas

Valery Rojas es una politóloga colombiana residente en Alemania. Fundadora y directora de la asociación Kunstrial ubicada en Berlín, es corresponsal y escribe sobre turismo, política y artes para diferentes portales en México, Colombia y España. Lleva la producción de cine en sus venas y utiliza la fotografía como su herramienta. Impaciente y curiosa por naturaleza, utópica por herencia y racional por experiencia. www.kunstrial.org

Manuel Cabrera

Manuel Cabrera nació en la Ciudad de México en 1986. Ahí estudió diseño gráfico en la Universidad Iberoamericana. Actualmente trabaja como diseñador e ilustrador independiente y termina sus estudios de arquitectura.

Marzo 2015
© Santacruz International Communication

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