Texto
Julia Romero
México

Ilustración
// Connect
the dots //
Manuel Cabrera
México

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// De la Filantropía Corporativa
a la Empresa Social //

La filantropía corporativa se concibe hoy en día como un campo de acción dentro de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE). Las empresas contribuyen principalmente (pero no exclusivamente) con recursos financieros patrocinando proyectos que comulguen con sus actividades y valores empresariales, para obtener una mayor aceptación de sus audiencias y de las comunidades a su alrededor.

La participación de las empresas en el sector social ha evolucionado también con el paso del tiempo. En un principio, la relación entre empresas y ONGs se concebía prácticamente sólo en términos de donantes y receptores. En la actualidad, la filantropía corporativa se comienza a plantear en términos más amplios donde las empresas y las organizaciones intercambian conocimiento y crean alianzas y consultorías. En algunos casos, las empresas ya no solo donan dinero, sino, también, aportan sus conocimientos financieros, de sostenibilidad, comunicación y mercadotecnia a las organizaciones civiles.

Las organizaciones aportan un puente hacia los grupos vulnerables y las comunidades que forman parte de las audiencias de las empresas. Participan actívamente en la creación y profesionalización de áreas de responsabilidad social dentro de las empresas. Con el fin de promover la inclusión y equidad de los distintos grupos con quienes trabajan, las organizaciones diseñan convocatorias públicas para el financiamiento de proyectos con mayor impacto social y continuidad; monitorean y evaluan dichas convocatorias para que las empresas apoyen económicamente a organizaciones que inciden directamente en las políticas públicas que afectan a los grupos vulnerables. De esta manera, contribuyen a profesionalizar a los donantes, pasando del activismo meramente asistencial a la construcción de plataformas de participación ciudadana. Este punto ha sido un gran reto para el sector de las ONGs o tercer sector pues, en general, el perfil conservador de la mayoría de los donantes se inclina mayoritariamente a apoyar proyectos asistenciales y no de incidencia social, pues los primeros son más fáciles de comercializar. Siempre es más fácil hacer una campaña donde la empresa muestre cómo se repartieron cobijas a niños con frío y sin hogar. Sin embargo, tratar directamente las causas y transformar las políticas que hacen que esos niños no tengan un hogar tiene mucho mayor impacto social.

Hoy en día no basta la filantropía corporativa para garantizar el buen posicionamiento y reputación social de una empresa. Los valores relacionados con el empleo y la relación con las comunidades han cambiado drásticamente en los últimos 25 años. El papel de la tecnología, el acceso a la información y la evolución de los mercados, cada vez más preocupados por el impacto social y ambiental de las actividades empresariales, han influído a toda una generación, los llamados “milenarios”, que han crecido con el concepto de responsabilidad social empresarial y tienen altas expectativas y demandas sobre la contribución de las empresas para crear un futuro mejor.

Esta generación ha redefinido el concepto de liderazgo corporativo con base en la demanda de prácticas éticas en el ámbito laboral, incluyendo derechos humanos, economía sostenible, comercio justo, cuidado del medio ambiente y la relación de una empresa con sus empleados, clientes, proveedores y comunidades. Una reciente encuesta de PricewaterhouseCoopers (PwC) a casi 4,300 graduados en todo el mundo concluye que el 88% de los participantes preferiría escoger como lugar de trabajo a una empresa que comulgue con sus valores personales y el 86% consideraría renunciar si las medidas de responsabilidad social empresarial no cumplen con sus expectativas (1). Aunque estas conclusiones no necesariamente implican que dichos jóvenes renuncien, sí nos da un claro panorama sobre sus expectativas.

Paralelamente, la época actual marca el auge de las organizaciones no gubernamentales (ONGs), que surgieron como figura legal a partir de la necesidad de atender a grupos vulnerables que no cabían dentro de las apretadas agendas de gobierno. Dichas organizaciones han contribuido a replantear las relaciones del Estado con la sociedad civil organizada tanto a nivel regional y nacional como internacional (2). Los organismos internacionales como la UNESCO y la FAO, así como ONGs internacionalmente reconocidas como Amnistía Internacional y Transparencia Internacional, han establecido agendas mundiales en temas como el programa de alimentación, las directrices mundiales para políticas públicas de aprendizaje móvil y los índices de transparencia internacional de los países.
Mientras que el sector empresarial ha tomado un rol muy importante como motor económico del crecimiento y desarrollo de los países, las ONGs han tomado un papel de vigilancia del cumplimiento de los derechos y promesas de gobierno, así como de la relevancia de las actividades empresariales respecto a su entorno social.

Aunque todavía existen muchas falsas creencias y prejuicios entre las empresas y las organizaciones civiles, la globalización y la concentración de recursos (cada vez hay más organizaciones pero las fuentes de financiación siguen siendo las mismas) y el carácter limitador de la figura fiscal de las ONGs (debido a marcos regulatorios no propicios y muy limitantes), han contribuído hoy, más que nunca, a impulsar las sinergias entre ambos sectores, una medida desesperada de las organizaciones para garantizar su supervivencia.

Conseguir fondos para financiar proyectos sociales es extremadamente difícil por varios motivos, entre ellos, los mercados de proyectos no lucrativos están sujetos a demasiadas variables políticas y son en general poco predecibles, lo que dificulta la continuidad de los proyectos. Por ejemplo, el hecho de que estén sujetos a financiamiento público los hace también dependientes de las agendas políticas. Por otro lado, aunque la teoría sugiere que el paso más lógico para conseguir más fondos es diversificar las fuentes de financiamiento, en la práctica las organizaciones que han logrado ampliar sus fuentes de financiamiento a gran escala tienen los siguientes puntos en común: 1) el desarrollo de un modelo económico con el que la organización se volvió experta en conseguir fondos de fuentes específicas; 2) la identificación de una fuente de financiamiento ideal que se adecúa naturalmente a su misión y a su público objetivo (beneficiarios); y/o 3) la construcción de una organización con base en el modelo anterior (3).

Fundaciones Comunitarias

Las fundaciones comunitarias (FCs) surgen de la necesidad de atender causas sociales y, al mismo tiempo, de la necesidad de una estructura más sostenible para su desarrollo. Se han encontrado ejemplos de fundaciones similares en su estructura en la Europa del siglo XII. Sin embargo, su origen y auge se ubican a principios del siglo XX con la Cleveland Foundation, creada para administrar fondos patrimoniales dirigidos al trabajo social en la ciudad de Cleveland. Las FCs son un fenómeno mundial. Existen alrededor de 1.700 FCs en el mundo y más de 700 se encuentran en Estados Unidos.

Generalmente, las ONGs se caracterizan por una temática específica. Las fundaciones comunitarias, en cambio, son ONGs que en lugar de atender a una sola temática (pobreza, nutrición, atención a mujeres, salud, etc.) focalizan sus esfuerzos a atender a una región. Muchas de ellas surgieron del sector privado, como organizaciones sociales creadas por empresarios para canalizar recursos y atender a las diversas problemáticas de la región, como motor de cambio social. Uno de los ejemplos más importantes de América Latina es la Fundación del Empresariado Chihuahuense, denominada FECHAC. Esta fundación mexicana involucró a 31.000 empresarios de la región como donantes y se ha convertido en una de las FCs más grandes por sus activos. Logró un ingreso de aproximadamente 22 millones de dólares (USD) en 2009 y, desde entonces, ha impulsado más de 2.868 proyectos para impulsar el desarrollo de la región. Esta organización representa un gran paso hacia la sostenibilidad, pero aún así, el marco legal que rige a las ONGs es muy limitante. En México, las ONGs reciben solamente el 8% de los recursos necesarios para su administración, cuando en países industrializados reciben hasta el 40%. Los fondos (públicos y privados) generalmente están etiquetados a proyectos, lo que dificulta la administración y crecimiento de la organización.

El cuarto sector

Las restricciones fiscales de las organizaciones, la dificultad para acceder a donativos que financien su misión y garanticen su sostenibilidad y la presión que se ejerce sobre las empresas para rendir cuentas sobre el impacto social y ambiental de sus actividades, han contribuido al nacimiento de un nuevo modelo institucional denominado cuarto sector. Se refiere a empresas que nacen para atender fines sociales. Este nuevo formato empresarial permite una operación más flexible y promueve una economía solidaria. En este cambio de paradigma, tanto las organizaciones como las empresas se mueven tanto a un lado como hacia el otro para encontrar formas más sencillas de atender las necesidades de sus mercados, de manera que puedan adaptarse también a las demandas de la sociedad. Esto sucede especialmente en países donde el marco regulatorio de las ONGs es sumamente restrictivo.

En México, como en muchos otros países del mundo, el marco regulatorio de las organizaciones no es propicio para su desarrollo. Por esta razón, es un lugar ideal para el desarrollo de empresas sociales. Ya existen incluso algunos ejemplos de empresas sociales que comenzaron bajo una estructura de una ONG. Al transformarse en empresas lograron una mayor eficiencia rompiendo claramente las barreras que les generaba vivir de donativos. Ese es el ejemplo de “Compartamos”, una ONG microfinanciera, cuya misión es dar créditos a personas de bajos ingresos con capacidades productivas pero sin los ingresos necesarios para fundar un negocio o hacerlo crecer. Al cambiar de figura fiscal, a “Compartamos” le cambió el panorama. De 1990 a 2000 atendió a 64.000 clientes como ONG. De 2000 a 2010, como empresa, atendió a 10 millones de clientes. Al igual que ”Compartamos”, otras ONGs se transformaron y obtuvieron también beneficios como “Échale a tu casa”, una organización mexicana sin fines de lucro que ayuda a comunidades en México y el resto del mundo a autoconstruirse una vivienda digna a través de la participación comunitaria con un sistema de ahorro colectivo. De 1987 a 1997 construyeron alrededor de 50 casas por año. Al convertirse en empresa, “Échale a tu casa” tuvo ingresos por 4.3 mdd (4) y fue denominada por la organización estadounidense B Lab, de Pennsylvania, como “la mejor empresa para el mundo” según reportó la revista Forbes.

La revista Expansión señala que en una conversación con Lorenzo Servitje, fundador del Grupo Bimbo, empresa mexicana líder global en panificación, el fundador de “Échale a tu casa”, Francesco Piazzesi, comprendió que su organización necesitaba operar como negocio para poder cubrir las necesidades del mercado. Servitje dijo: “Si hay un rezago de 5 millones de viviendas, ¿cómo lo piensas resolver, con una ONG que hace 50 al año? Háblame de una solución de millones. Nosotros hacemos seis millones de Gansitos (pastelitos populares en México). ¿Cómo vas a hacer seis millones de viviendas?“

Christian Meade, socio fundador del club de inversionistas Angel Ventures México, que fungió como incubadora de negocios y asesoró a “Échale a tu casa”, explica: «Las empresas con impacto social tienen las ventajas del mundo de la filantropía y las ventajas del mundo de los negocios. Deben actuar con gran responsabilidad, sin olvidar su misión social».

Los esquemas híbridos como las fundaciones comunitarias o las empresas sociales presentan nuevas oportunidades para atender a sus mercados con más eficiencia y mayor sostenibilidad. Esto replantea necesariamente la relación entre el Estado, el sector privado y el público en la construcción de instituciones que puedan atender efectivamente las demandas sociales del mercado. La evolución de la responsabilidad social empresarial marcará también los retos y las oportunidades de la colaboración entre sectores. Lo que queda muy claro es que para garantizar la sostenibilidad del futuro, las empresas deben orientarse seriamente a volverse más sociales y las ONGs deben ser más sostenibles. Ya no basta con sólo llevar una bandera social ni con invertir una cantidad de dinero en programas sociales. Tanto las empresas como las organizaciones están bajo la lupa de la sostenibilidad de valores, recursos, el cuidado al medio ambiente y el respeto a los derechos humanos. Hoy en día y para las generaciones del futuro, la responsabilidad social debe ser intrínseca a las actividades empresariales. Los consumidores demandan verdaderos cambios de las empresas, que sus productos sean elaborados responsablemente. Y existen muchos otros ejemplos de personas, organizaciones y empresas que han ido más allá de los límites para lograr un impacto social mayor. Aquellos que se han atrevido a apostar por un futuro sostenible también están cosechando los frutos de la abundancia.

Bibliografía

-The Shape of Corporate Philanthropy Yesterday and Today, Published in: GIA Reader, Vol 15, No 3 (Fall 2004), Timothy J. McClimon
-Antonio Vives: Mirada Crítica a la Responsabilidad Social de la Empresa en Iberoamérica. Volúmen III. Edited by Cumpetere.
– Carlos Cantú (2012): Tendencias de los Informes de Sostenibilidad en México. With assistance of Positive Sum Strategies.
– Consejo Internacional para Rehabilitación de Víctimas de Tortura (IRCT) (2007): Guía para el Cabildeo. El Proyecto del Financiamiento Sostenible.
– Global Reporting Initiative: Sustainability Reporting.
– Juan Felipe Cajiga Calderón: El concepto de Responsabilidad Social Empresarial. Cemefi. Available online at http://www.cemefi.org/esr/images/stories/pdf/esr/concepto_esr.pdf.
– Julia Romero Cabildeo Ciudadano (2014): El Cabildeo y la RSE. Psiquepol.
– Mónica Tapia, Beatriz Campillo Carrete, Susana Cruickshank Soria, Giovanna Morales Sotomayor (2010): Manual de Incidencia en Políticas Públicas. Available online at http://www.alternativasycapacidades.org/manualincidencia.
– Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal REDALYC (2004): Las Fundaciones Comunitarias en México y el mundo. With assistance of Clara Inés Charry y Susana López Jasso. Edited by Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa México.
– Sarah Cahan, Cone Communications: Perceptions, Millenials and CSR: How to Engage the New Leaders of Tomorrow.
– Stanford Social Innovation Review (2007): How Nonprofits Get Really Big. With assistance of William Foster & Gail Fine.
– http://wings-community-foundation-report.com/gsr_2010/assets/images/pdf/MEXICO_final_2010GSR.pdf
http://www.cnnexpansion.com/expansion/2013/02/08/de-ong-a-empresa
http://www.forbes.com.mx/la-mexicana-que-se-convirtio-en-la-mejor-empresa-para-el-mundo/

(1) Antonio Vives, p. 34
(2) http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/35315
(3) Stanford Social Innovation Review 2007
(4) http://www.cnnexpansion.com/expansion/2013/02/08/de-ong-a-empresa

Julia Romero

Julia Romero Villa nació en la Ciudad de México en 1985. Es consultora de comunicación especialista en la construcción de estrategias de comunicación y relaciones públicas en el campo del desarrollo social, así como la construcción de sinergias entre lo público, lo privado, las instituciones educativas y la sociedad civil. También es maestra en Educación y Pedagogía Intercultural por la Universidad Libre de Berlín y licenciada en Comunicación por la Universidad Anáhuac del Sur, Ciudad de México.

Manuel Cabrera

Manuel Cabrera nació en la Ciudad de México en 1986. Ahí estudió diseño gráfico en la Universidad Iberoamericana. Actualmente trabaja como diseñador e ilustrador independiente y termina sus estudios de arquitectura.

Septiembre 2014
© Santacruz International Communication

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